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Friday, April 11, 2008

Sorprendente

Vivir en grandes ciudades, si, de esas que tienen millones de personas pululando en un mínimo de espacio, otorga a sus habitantes una capacidad casi nula a la sorpresa, puesto que al ser tantos, uno se acostumbra a ver, oir y presenciar cosas inimaginables así que todo es cotidiano. 

Ahora que estoy montando una fiesta en el Buda, cosa que contaré en los próximos blogs, tengo que entrevistarme con diversos personajes para atraer clientela al dichoso evento y, puesto que mi marginalidad voluntaria me impide tener ropa de vestir, tuve que hacer el trámite de comprar pantaloncito, camisita, corbatita y esos menesteres impuestos por el protocolo. Al comprar el pantalón, había que arreglarle el dobladillo -bajos en castellano peninsular (jajaja)-, y sé cocinar -porque uno de mis colegas es chef-, sé poner una lavadora -esto es relativo puesto que la ropa sale super arrugada y casi igual de sucia-, pero planchar y coser es algo que nomás no se me da, y en la tienda donde compré el dichoso pantalón, si que me lo arreglaban pero tardarían 1 semana, periodo más que inaceptable puesto que lo necesito pa'l martes. 

Tiempo atrás, caminando por la calle, había visto varios locales de color rosa y una señora sentada en la puerta que, al ir en la pendeja como siempre voy, pensaba que estaba viva, pero no... es solo un muñeco. Esas tiendas son una franquicia que se llama "la yaya costurera", y son la versión moderna de las antiguas sastrerías. Pero lo interesante no es el hecho de que te saquen del pedo de arreglar la ropa, sino que tienen un modelo económico super interesante.

Las tiendas son como tallercitos pequeños y hay una o dos empleadas, hasta ahí nada novedoso, pero las empleadas ¡son señoras grandes!, si, de 45 años pa' lante y esto abre posibilidades a muchas señoras viudas o amas de casa que requieren dinero, -porque aunque digan que Catalunya es primer mundo, los salarios siguen siendo del tercero- y que la empresa, además de obtener ganancias, también realiza una labor social al emplear a estas señoras que no tendrían salida en otros sectores.

Al final, el arreglo estará listo para el lunes y salí convencido de que he ayudado a alguien a sentirse útil a la sociedad, ahora, habrá que ver si la sociedad agradece este tipo de iniciativas.

Pd. yaya, significa "abuela" en catalán.